Viajar ligero con bicicleta de carretera. Parte (II)
Continuación del post «Viajar ligero con bicicleta de carretera. Parte (I)«
Siguiendo con el ritual de cada mañana, preparé mi bidón de agua con sales, ya que me esperaba un recorrido por la costa, y aunque tengo facilidad para madrugar, llegado el medio día por estas carreteras el calor puede ser sofocante y evitar calambres y bajadas de rendimiento es importante.
Con las primeras luces de la mañana me pongo en marcha dirección Almería. Nada más coger la bicicleta te das cuenta que ha aumentado su peso, he comido demasiado la pasada noche, y la dirección se vuelve algo más sensible, no mucho más, ya que el peso va muy centrado. Con alforjas traseras y transportín el peso y el comportamiento es diferente, con la alforja de tija no se aprecia mucho este factor.
Otra cosa muy diferente es cuando estás subiendo un puerto. El peso sigue sin tener demasiada importancia, ya que no se trata de hacer carreras ni poner en marcha el crono ni competir contra los segmentos de Strava, esto es cicloturismo aunque con bicicleta de carretera. Como os decía, el problema es cuando te pones de pie sobre los pedales e intentas balancear la bicicleta para poder acompasar el pedaleo, en ese instante es cuando de verdad se nota la alforja. Con el paso de los kilómetros te vas acostumbrando a ponerte sobre los pedales sin balancear la bicicleta, ya que el movimiento de la bolsa repercute en la dirección haciendo algo más “peligrosos” los movimientos.
Como suele ser habitual, según avanza la jornada el viento cerca del mar siempre suele aparecer y en la zona de Almería es habitual que sople de componente este. Realmente el viento es un problema si va a lanzarte a tumba abierta en un largo descenso, aunque si eres prudente y moderas la velocidad siempre podrás controlar la bicicleta. Solo recuerdo el descenso de un puerto llegando a Cabo de Gata en el cual el viento era lateral y en esa bajada llegué a pasar un poco de miedo ya que incluso a baja velocidad la bicicleta era más difícil de controlar y la bolsa actuaba de vela haciendo más inestable la conducción. Os recomiendo que con viento lateral tengáis mucho cuidado.
Otro aspecto importante es la rapidez y comodidad con la que pones y quitas la bolsa de la bicicleta, es realmente sencillo, por lo que llegas a cualquier destino, dejas la bicicleta y te subes con tu bolsa a cualquier parte, es realmente cómodo.
Con el paso de los kilómetros llegas a no acordarte que estás lastrado por una pequeña bolsa pegada a tu trasero, te llegas a olvidar y la sensación que tienes es de viajar realmente rápido, las medias son prácticamente iguales a una jornada de ciclismo con los amigos.
En nuestro país, no suele ser muy habitual ver este tipo de alforjas o bolsas y por donde pasas la gente te pregunta, sobre todo los ciclistas que te vas encontrando por el camino, se extrañan de ver a un ciclista viajando con tan poco equipaje y haciendo jornadas de ciclismo como si de una salida dominical se tratara.
Por ultimo animaros a que viváis la experiencia, yo recorrí las costas desde Valencia hasta Almería y os puedo asegurar que si vais preparados para vivir la experiencia y estar abiertos a lo que os depara el camino seguro que podréis disfrutar de esta forma de viajar tanto como lo hice yo en el verano de 2016. Suerte y nos vemos en la carretera.
Manolo
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